El narcisismo post pandemia

La pandemia global nos dejó valiosas lecciones sobre la solidaridad y la interconexión humana. Sin embargo, al salir de esa crisis, muchos de esos aprendizajes han dado paso a un individualismo exacerbado en lugar del despertar colectivo esperado bajo la idea de "todos somos uno".

Surya Reiki osta del Sol

4/10/20254 min leer

man sitting on chair near post and table
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Cuando el “Todos somos uno” dio paso al “Yo primero”

La pandemia global que marcó el inicio de esta década nos enseñó lecciones profundas sobre la fragilidad de la humanidad, la importancia de la solidaridad y la interconexión de nuestras vidas. Sin embargo, a medida que emergíamos de esa crisis sin precedentes, se hizo evidente que muchos de esos aprendizajes quedaron atrapados entre las paredes de los confinamientos. Lo que se suponía sería un despertar colectivo hacia el “todos somos uno” pareció haber desembocado, en muchos casos, en una era de individualismo exacerbado.

El ascenso del narcisismo post pandemia

Durante los confinamientos, millones de personas alrededor del mundo se vieron obligadas a girar su atención hacia su propio reflejo. Literalmente, con largas horas frente a las pantallas, y figurativamente, mediante una introspección forzada por el aislamiento. Este contexto propició un énfasis en el “yo”, en algunos casos con resultados positivos como el crecimiento personal y el autocuidado, pero también con consecuencias que podrían considerarse preocupantes: un aumento notable del narcisismo.

Redes sociales inundadas de “selfies”, mensajes centrados en el logro personal y, en ciertos espacios, la falta de empatía hacia las dificultades colectivas, revelan cómo este fenómeno se arraigó. La desconexión física pareció promover una especie de desconexión emocional con el colectivo, reforzando la idea de que el individuo debía priorizarse a sí mismo para sobrevivir en un mundo incierto.

De la solidaridad al egoísmo disfrazado de autocuidado

Si bien el autocuidado y la búsqueda de bienestar personal son aspectos esenciales y en los que trabajamos en Surya Reiki, la línea entre el autocuidado y el egoísmo puede ser delgada. Mensajes como “priorízate ante todo” o “sé tu mayor prioridad” han pasado a ser mantras populares que, aunque válidos en ciertos contextos, también pueden ser utilizados para justificar una desconexión con las necesidades y los problemas colectivos.

El miedo y la incertidumbre que trajo la pandemia acentuaron el deseo de control personal. Muchos encontraron en esta hiperindividualidad un refugio, un lugar de seguridad frente a una realidad impredecible. Sin embargo, esta dinámica también puede conducir a una mayor indiferencia hacia el prójimo y al debilitamiento de la empatía colectiva, que fue crucial en los momentos más críticos de la pandemia.

¿Qué pasó con el “todos somos uno”?

Al inicio de la crisis, parecía haber un despertar de solidaridad y unidad global. Frases como "saldremos juntos de esto" resonaban en todos los rincones del mundo. Vecinos que nunca antes se habían hablado comenzaron a apoyarse, comunidades se unieron para ayudar a los más vulnerables, y surgió una conciencia compartida de que nuestras acciones individuales podían afectar a otros en formas significativas. Sin embargo, esta mentalidad comenzó a desmoronarse cuando la fatiga pandémica, las divisiones ideológicas y la lucha por recursos limitados tomaron protagonismo. El “yo primero” terminó eclipsando al “todos juntos”.

El "modo supervivencia" persiste, manifestándose en actitudes que, en ocasiones, diluyen el sentido de cooperación y altruismo. El miedo y la incertidumbre que surgieron durante la pandemia llevaron a muchas personas a centrarse en asegurarse de que no les faltara nada. Esto no solo abarcó recursos básicos, sino también oportunidades laborales y subvenciones. Aunque esta reacción es natural en tiempos de crisis, el problema surge cuando este "modo supervivencia" se prolonga innecesariamente, promoviendo actitudes competitivas que erosionan el espíritu de colaboración.

El impacto en la cooperación y el altruismo

Ese afán por acaparar todo el trabajo o beneficios disponibles puede crear una dinámica de desconfianza y competencia desleal, donde cada uno lucha por maximizar sus propios resultados sin considerar el impacto en los demás. Este tipo de comportamiento no solo afecta a las personas directamente involucradas, sino que también debilita los tejidos comunitarios y organizativos, dificultando la recuperación colectiva.

Para salir de este ciclo, es vital recordar lo que aprendimos en los momentos más difíciles de la pandemia: la importancia de trabajar juntos. La verdadera recuperación no viene de competir por los recursos, sino de compartirlos. El altruismo y la cooperación no solo son éticos, sino que también son herramientas poderosas para crear sistemas más resilientes y sostenibles.

¿Cómo podemos transformar el "modo supervivencia" en un "modo colaboración"? Cambiar la perspectiva implica reconocer que el éxito individual está profundamente conectado con el éxito colectivo. Cuando nos ayudamos mutuamente, no solo creamos comunidades más fuertes, sino que también alimentamos un círculo de confianza y reciprocidad que beneficia a todos.

El desafío del equilibrio

El reto que enfrentamos como sociedad es reencontrar el equilibrio entre el bienestar individual y el colectivo. No se trata de abandonar la importancia del autocuidado o del crecimiento personal, sino de entender que nuestro bienestar está intrínsecamente conectado al de los demás.

La pandemia nos dio una oportunidad única para reconocer nuestra interdependencia, pero también nos mostró los peligros de priorizar exclusivamente nuestras propias necesidades. Si queremos construir un futuro más armónico, será crucial redescubrir la importancia de la empatía, la colaboración y la solidaridad.

Más allá del narcisismo post pandemia, existe la posibilidad de retomar el camino hacia un enfoque comunitario. Reconocer que nuestras acciones individuales impactan al colectivo, y que el colectivo, a su vez, define muchas de nuestras oportunidades individuales, es el primer paso hacia una nueva era de unidad.

Mirarse a uno mismo se ha vuelto la norma, pero mirar al otro es el verdadero acto de revolución. Quizá el mayor aprendizaje de esta experiencia sea recordar que el poder no reside únicamente en el “yo”, sino en el “nosotros”.